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No Soy Pilonga

Para remontar el cielo

Para remontar el cielo

 En vísperas de la partida hacia el lugar de origen, las cerca de 30 especies de aves migratorias que permanecen en Cuba durante los fríos meses de invierno en el norte, se alistan en mayo para el regreso.

Previamente las tradicionales viajeras ejecutan  una sensacional ceremonia, considerada por los expertos y amantes de la naturaleza como exquisita.

   Estudiosos de la ornitología explican que ese comportamiento dura varios días y pone en evidencia la cercanía del momento de despegue y partida. Las horas pasan en el entrenamiento constante de los músculos  para remontar nuevamente el cielo.

   La estancia en tierras cálidas por cerca de siete meses, en lugares de abundante alimentación y franco descanso provoca aumento en el  peso, lo que puede afectar el vuelo.

   El rito se ejecuta en toda la zona que habitaron, incluidas lagunas, presas, ríos y otros acuatorios, en los cuales pernoctaron los patos y otras aves migratorias, allí durante varias jornadas se aprecian vuelos circulares y fuertes graznidos.

   Nada es fortuito en el mundo animal. Los pájaros describen giros de diferentes diámetros para reordenar las bandadas, por eso repiten una y otra vez el ejercicio,  hasta que cada individuo encuentra su lugar.

   Estas sesiones de entrenamiento físico, que cada día duran más, llevan implícita la reducción del peso corporal a los límites exigidos para la gran travesía, unas libras de más pueden representar la muerte en medio del mar.

   Expertos afirman que es casi imposible precisar el momento de la salida, pues de manera monótona se suceden las horas en este extraordinario ritual.

    Un buen día y cuando nadie lo imagina, la inmensa bandada en forma de V se lanza al cielo. El más fuerte al frente, en sus bordes nuevos y viejos ocupan sus sitios, el viaje es largo y tienen que cumplir un cronograma de vuelo exacto para llegar al norte en el momento oportuno.

   El recorrido hasta el lugar de origen es difícil, pero lo vencen, porque  allá repiten cada año el apareamiento y procreación, ciclo de la vida que perpetúa su especie y que permite que los descendientes, ya crecidos, vayan a buscar el Sur, antes del próximo invierno.

Juana, para la jubilación siempre hay tiempo

De los 84 años vividos, Juana González lleva 50   en la tabaquería de Ranchuelo, y afirma que se va a retirar cuando se sienta cansada, o la salud la traicione, aún está fuerte y sigue clasificando capas para torcer puros.

   “Mis cuatro hijos ya están jubilados. Ellos constantemente me incitan al retiro porque dicen que ya tengo que descansar, y les contesto que lo haré algún día, claro, yo también quiero disfrutar mi pensión, pero eso será más tarde, aún quedan muchas hojas de tabaco por seleccionar”, asegura.

   La candidez de la ancianidad aflora en su tez blanca, con la que trasmite serenidad, aplomo y dulzura de solo verla una vez.

   Una mística relación existe entre sus manos ya arrugadas y las hojas secas del tabaco, casi sin mirarlas las voltea, estira, y palpa, los gestos denotan cariño. Ella reconoce que forman parte de su existencia.

   “El tabaco merece respeto, hay que tratarlo con amor, es noble pero no perdona un error, por eso los tabaqueros más que obreros somos artífices. El habano cubano triunfa en el mundo porque lleva el sentir y la tradición de la nación, nosotros desde cada taller se lo impregnamos”, asevera.

   Juana tiene mirada de ojos vivos y locuaces, en ellos late energía juvenil la cual impide predecir que este 23 de junio celebrará su onomástico 85.

   “Me casé muy joven, a los 25 años ya tenía mi descendencia. Durante la infancia de los muchachos mi madre los cuidaba para que pudiera trabajar como doméstica,” explica sin dejar de seleccionar las aromáticas hojas.

   “Constituimos una familia unida, criamos a los hijos con buenos modales, educación, respeto y cariño. Mi esposo y yo buscábamos la oportunidad para pasear y entretenernos juntos. Bailar era su mayor distracción y yo lo complacía aunque no era mi afición preferida”, recuerda con nostalgia.

   “Enviudé en 1957, la pérdida de mi compañero me afectó sentimentalmente y la situación económica de la casa empeoró, pero no me permití el lujo de flaquear, saqué fuerzas para seguir, claro, siempre con la ayuda de mi mamá”, rememora.

   Con gran locuacidad la tabaquera recorre en un instante los años finales de la dictadura de Fulgencio Batista, y el inicio de la Revolución, momentos en que, a pesar de su ignorancia, sabía que ya se acercaba un futuro mejor.

   Se sumó a la nueva era que se gestaba: fue de las fundadoras de las Milicias Nacionales Revolucionarias, la Federación de Mujeres Cubanas y los Comités de Defensa de la Revolución. Toda nueva idea tenía su apoyo.

   “En 1961 cuando se creó esta fábrica comencé a laborar, desde este mismo puesto de trabajo alcancé el sexto grado, ví a mis hijos asistir a la escuela con almuerzo seguro, agregó,” Su existencia está dividida en dos tiempos, antes de la tabaquería y después.

   El agradecimiento eterno a la Revolución, de esta cubana, la llevó a redoblar diariamente los esfuerzos productivos, razón por la cual resultó destacada por décadas. En 1980 le vendieron un automóvil como premio a su buen desempeño.

   La destreza de sus manos y la habilidad adquirida por tantos y tantos años, son ejemplo para todos en el taller.

   Con cariño y orgullo sus compañeros palmotean la espalda de la cincuentenaria tabaquera para reconocerla como modelo de calidad, disciplina y organización en la labor. Más de uno asegura que la vejez no le ha restado productividad.

   Los pasos ya son más lentos, pero la vitalidad aún le acompaña para cultivar plantas y hacer arreglos a las piezas de ropa de sus amigas. Además, mantiene exquisito orden y limpieza en el hogar, que comparte con el nieto mayor.

   Todo eso en los fines de semana, el resto de los días los dedica a trabajar.  

Mal Tiempo y Barbarita

Por Marta Hernández Casas

 

El grito salía de cualquier grupo: Mal Tiempo…… Baarbaarita tiene noviooo!. Inmediatamente la mujer se alzaba la falda y mostraba sus vergüenzas,  si podía  agarraba una piedra, botella o cualquier objeto para lanzarlo contra quienes le mortificaban. Todos corrían hasta escapar a la agresión, mientras el dúo seguía su camino.

   Quienes la conocieron saben que la cuidaba con esmero, en su mente difusa le aterraba cualquier romance que pudiera tener la hija, en cada galán que se le acercaba veía repetida su historia, cuando un hombre le prometió un jabón de baño y así perdió su virginidad pero ganó una hija que nunca fue reconocida por el padre.

  Nadie sabe porque la llamaron Mal Tiempo, o Motoneta, el asunto es que un día apareció y luego llegó la pequeña, así  comenzaron a recorrer la ciudad, todas las calles les resultaban sitios comunes, no eran ajenas en ningún lugar.

   Madre e hija eran pequeñas y menudas, las dos tenían un ojo cubierto por una nube, lo que las hacía más vulnerables a los peligros citadinos. Dormían dondequiera, aunque hay quienes aseguran que habitaban una casita en la periferia, luego de mucho investigar nada hay claro porque la ubicación se pierde entre los Sirios, el Condado, o la Chirusa.

   La atendía como podía, pero podía poco. Juntas andaban y desandaban la ciudad de Santa Clara. Barbarita, delante, detrás Mal Tiempo iban  conversando constantemente, no se sabe que cosas podían salir de aquellas cabezas revueltas, desgreñadas y sucias.

   Las pláticas eran en tono bajo, se percibía dulzura, mostraban  el amor filial que denotaba protección y cuidado de la una por la otra. Claro, también discutían, en esos momentos gesticulaban mucho al calor de la porfía, el parloteo llamaba la atención y provocaba risas entre  los transeúntes.

    No fueron unas deambulantes, discapacitadas, inhabilitadas, locas, idas, y muchas otras clasificaciones que los hombres y la ciencia dan a esas personas.

   Fueron y son dos personajes populares, iconos de Santa Clara, forman parte del tesoro humano que identifica los pueblos, que le dan vida, porque las ciudades tienen alma, y Mal Tiempo junto a Barbarita forman parte del aliento santaclareño.

   La madre murió en el asilo Marta Abreu, ubicado en la calle San Miguel en Santa Clara, allí también estaba Barbarita, pero las pesquisas no me han llevado a la institución donde vive ahora.

   Muchos años han pasado, las indagaciones para averiguar más y más sobre la pareja me llevaron a duras realidades. Ningún fotógrafo, tiene una instantánea, los investigadores históricos consultados apenas las recuerdan.

   Un estudioso, ya fallecido por lo cual no voy a referir su nombre, cuando le pregunté si tenía algún dato que pudiera servirme me miró y sin pena alguna me preguntó: ¿Ud no tiene algo más importante que hacer?, no malgaste su tiempo averiguando sobre dos locas insignificantes.

   Otra investigadora muy culta y de gran valía ante mis reclamos me palmoteó la espalda y casi  lastimosamente dijo: no te afanes tanto, los locos de los pueblos se suceden unos a otros, ellas son unas más.

    No lo creo así. Puede que hasta fueran locas. Pero fueron las mías, las de mi generación, forman parte de los recuerdos de la juventud, al recordarlas experimento la misma nostalgia que cuando escucho la música de ese tiempo, o veo las fotografías de los 15 de alguna amiga que ya anda con los nietos de la mano.

  Dentro del mundo de los desequilibrados se diferenciaban, sin tenían punto en común con el resto. No recuerdo de ningún otro demente que acuñara en  términos llegados hasta hoy.

    Por ejemplo: en Santa Clara cuando dos personas caminan por las calles y una va delante de la otra, cuestión muy frecuente en esta urbe por la estrechez de las aceras, siempre habrá quien les diga, se parecen a Mal Tiempo y Barbarita, la sonrisa aparece, y con una mirada recordatoria aceptan el comentario.

    Ah|,  y mucho cuidado quienes tienen hijas solteras y las celan en demasía, porque en algún momento aparece un amigo de la familia que para mortificar a la madre le dice, ¡Mal Tiempo, Barbarita tiene novio!, la fórmula no falla, en el acto la mujer niega; luego cuando aflora el origen de la frase ríe y dice: no hay que exagerar.

   Los más jóvenes cada vez que alguien hace alusión a la pareja inquieren para saber qué significa la frase, y quienes los personajes que la motivaron, siempre hay alguien que hace la historia. Así han pasado de generación en generación envueltas en el hálito del amor popular

Villa Clara jugó como nunca y perdió como siempre

Villa Clara jugó como nunca y perdió como siempre

Por Marta Hernández Casas

 

Esa es la realidad, luego de un desempeño genial durante toda la serie, un trabajo de equipo admirable, la novena naranja se amarrilló para terminar en un segundo lugar, lo que ya no alegra ni al más fiel fanático.

   En el noveno ining se podía decidir el triunfo o el fracaso, y así resultó. Pestano desconcentrado perdió la oportunidad de consagrarse como el bateador que le diera a su afición la felicidad de acariciar la victoria ansiada por 15 años. Pero no resultó y ahora hay que esperar otro año más.

   El juego largo, tenso y lleno de emoción mantuvo a todos en vilo hasta después de la media noche. El último out dolió y todavía lastima a los amantes del juego de las bolas y los strike.

   La ciudad está tan triste como sus habitantes, aunque anduvo de fiesta hasta el amanecer,  con la llegada del día se vieron retirar poco a poco los carteles, banderas y otras iniciativas domésticas dispuestas a animar a la novena.

  Nadie se lo explica pero sucedió, los más pesimistas aseguran que era este año o nunca, el resto tiene la esperanza de que para la próxima no van a fallar.

   Es cierto que el terreno dice la última palabra pero el juego lo hacen los hombres y el grupo de Martín Saura perdió el primero en el Sandino sin justificación, con errores propios de principiantes.

   En el último la suerte estaba echada, el público dio el apoyo que necesitaban, pero fallaron. Ojala que en el 2011 el final sea naranja, los villaclareños nos lo merecemos aunque ya ni nos acordamos como se siente una afición cuando se corona con el triunfo.

Pestano: sereno y profesional

Pestano: sereno y profesional

 

  Por Martha Hernández Casas

 

   Sosegado hasta en los más difíciles momentos de un juego de béisbol, el receptor del equipo Villa Clara y de Cuba, Ariel Pestano Valdés, muestra en cada salida su capacidad de análisis, inteligencia y destreza en su desempeño.

   Desafiando la superstición juega con el 13 en sus espaldas, digito que también aparece en la matrícula de su auto y que es sinónimo de mal augurio en la cultura occidental. Pero él es así, seguro de sí y no toma en cuenta esos malos auspicios.

   En esta final de la Serie Nacional de Béisbol 49 se le ha visto controlar con ecuanimidad y de manera afable a los peloteros, independientemente del color de sus camisetas, para evitar indisciplinas o reclamaciones en tonos inapropiados ante diferentes situaciones que surgen en el calor del juego.

   Con caballerosidad saluda a los bateadores contrarios cuando llegan al home. Agradable resulta verlo compartir con los adversarios en pleno juego, cuando logra conectar algún batazo.

   Tiene secretos que lo distinguen: buena defensa; experiencia y conocimiento de los jugadores con quienes se enfrenta su equipo; según el conteo y el momento del juego, pide al pitcher el tipo de lanzamiento que más daño ocasiona al bateador en turno.

   Otro de sus atributos consiste en la habilidad para detectar cuándo intentan robarse las bases, pues al conocer a los corredores, solicita bola afuera para con certero tiro evitar la estafa y conseguir el out por esa vía.

   Guía a los peloteros de su conjunto en el terreno, conduce al lanzador y ubica a los jugadores de acuerdo a la estrategia del equipo.

   Aunque no es el clásico jonronero resulta oportuno. Ese desempeño le ha sumado méritos y sus batazos en más de una ocasión han propiciado el empate o la victoria en el desafío. En otros casos, la ventaja y, como todo jugador, también ha tenido desaciertos.

   Su llegada al cajón de bateo está caracterizada por un ritual muy personal, se acomoda varias veces el bate entre las manos, luego se concentra antes de decidirse.

   Si el bateo resultó efectivo y anota carrera, entonces acaricia la tierra del home y mira al cielo. Es feliz.

   El veterano enmascarado de Caibarién lleva su vida de manera apacible, le gusta disfrutar del hogar donde vive con la esposa e hijos.

   A Pestano los más cercanos le admiran por ser honesto, sencillo y sincero. Sus coequiperos le alaban la seguridad que imprime en los momentos más cruciales de los encuentros. Los adversarios quisieran tener a un hombre como él en su elenco.    

 

 

Lago le teme a la muerte

Lago le teme a la muerte

Lago le tiene miedo a la muerte y a la rutina, considera que ambas destruyen vidas y sueños. Ese temor pervive a pesar de acumular más de 20 años escalpelo en mano, en la noble misión de alejar de la parca a corazones maltrechos.

   Por eso cada día es reto, cada paciente un suceso. Lejos mantiene la actuación mecánica, porque sabe que es sinónimo de mediocridad y fracaso.

   La confianza en el médico, asegura, y la estabilidad emocional de la familia, son decisivas para recobrar la salud, como el equipo de cirujanos, razón que lo lleva a interactuar con parientes y enfermos como parte del protocolo médico.

   Alto, elegante, con garbo y buen gusto al hablar, vestir y andar, Álvaro Luis Lagomasino Hidalgo, especialista en Cirugía Cardiovascular y jefe de la vicedirección quirúrgica del Cardiocentro Ernesto Guevara, de Santa Clara, ha devenido mito de la cirugía de esa especialidad en la región central de Cuba.

   Ese hombre, nacido bajo el signo de Géminis, es también miembro del Grupo Nacional de esa rama de la medicina. Cuando joven, sin embargo,  quiso ser piloto, arquitecto o periodista.

   Confiesa sentirse feliz y la vida le ha dado múltiples satisfacciones. Incluso este año le entregaron la medalla Félix Elmuza, máxima condecoración de la Unión de Periodistas de Cuba, la cual reconoció como recompensa al viejo sueño de su juventud.

   Habanero de nacimiento, llegó a Santa Clara y se quedó, por eso hace varios años exhibe la condición de Hijo Adoptivo. Allí fundó su familia y ha dedicado la vida a la medicina.

   Nieto de un coronel mambí, es fiel a sus  raíces nacionales, la historia  y el progreso de la Patria.   

   Siente apasionada devoción por la figura de Ernesto Che Guevara y añora   visitar La Higuera y poder ejercer su profesión en ese paraje bolivariano como tributo al Guerrillero Heroico.

   De vasta cultura y humildad extrema, es fácil encontrarlo en cualquier lugar de la ciudad, debatiendo sobre temas tan diversos como la crisis mundial, o los play off de la Serie Nacional de Béisbol.

   Quienes le conocen elogian su capacidad de aprovechar al máximo el tiempo y, sin ser esclavo de las horas, sabe ser puntual.

   Lector incansable tiene mañas especiales para que le presten títulos novedosos, aunque en momentos olvida devolverlos, pero los amigos lo disculpan porque saben se trata de una persona muy ocupada…y ese desliz no tiene importancia.  (Por Marta Hernández Casas)    

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Quirós y el mar

Quirós y el mar

Quirós y el mar

 

Quizás sea la tranquilidad, el silencio o la calma de la inmensidad del mar lo que hizo que Ángel Quirós Espinosa se enamorara de los océanos cuando era joven. Convertido el amor en pasión, ya nadie lo desliga de las aguas saladas.

   Alto delgado, enérgico y vital, contagia a todos con su positividad e impregna a la gente de amor al trabajo, disciplina y respeto a la naturaleza. Sabe que ante el cambio climático la solución es adaptarse a partir de un estricto respeto a las normas de convivencia con el medio.

   Este Master en Ciencias  Biológicas, con 59 años de vida, es el jefe del Grupo de Ecología Marina del Centro de Estudios y Servicios Ambientales en Villa Clara y actualmente dirige el Parque Nacional Los Caimanes.

   Con la locuacidad que le caracteriza afirma que atesora entre los momentos más importantes de su vida el encuentro que sostuvo el 12 de septiembre de 1998, con Fidel Castro antes de iniciarse las obras constructivas del vial que uniría la Isla de Cuba con cayo Santa María.

   Acometió el proyecto “Monitoreo ecológico del efecto del pedraplén en el ambiente marino a Cayo Santa María y todavía siente placer en explicar una y otra vez las exigencias técnicas que posibilitaron que la obra recibiera el Premio Internacional Puente de Alcántara.

   Viajero incansable, conoce de lugares bien conservados y de desastres que pudieron evitarse. Entre los sitios que más le  impactaron están las Islas Galápagos, las de Pascua y Belice, Los Andes Bolivianos, el Amazonas, y los bosques de Bielorrusia.

   Ecologista nato y defensor del mar a ultranzas, prefiere comer pescado, en todas sus formas, claro, sin romper el equilibrio del medio, explica jaranero su predilección.

   Por su andar y la piel curtida debido al sol de las navegaciones parece un viejo capitán de barco que anda por la tierra, nunca falta en sus manos un buen libro, y está pronto a establecer conversaciones sobre cualquier tema.

   De vida sencilla ve pasar los días acompañado de sus dos amores, Maria Elena Perdomo, esposa y compañera en el quehacer científico, y Mae, una perra schnauzer, ganadora de premios de belleza en certámenes internacionales, que además, como él recalca, es muy inteligente.

   Marxista y pedagogo por más de 20 años, sabe que las soluciones ambientales requieren un pensamiento global, pero con enfoques locales y que la educación es determinante, como en  Carahatas, en Quemado de Guines, donde los residentes han devenido en cuidadores de  flamencos y suelos marinos.

   Y aunque no piensa en retirarse, sí se preocupa por el relevo, conoce que un especialista en ecología requiere años para formarse debido a las peculiaridades del trabajo y el momento crucial por el que atraviesa la especie humana. (Por Marta Hernández Casa)    

mhc/arh 10 0400

La música fue silencio

La música fue silencio

   Anoche en El Mejunje de Santa Clara la música silenció el espacio. El grupo de punk rock Eskoria celebró junto a sus a seguidores el cumpleaños de Wiliam Fabían, fundador y cantante de la agrupación. Solo que a esta fiesta le faltó el cantor.

   En días pasados un bandolerito de quinta categoría, azuzado sabrá dios por cuál demonio le quitó la vida al rockero  quien por más de 15 años había mantenido la banda en los primeros lugares del ranking nacional.

   La violencia callejera arrebató a un ídolo de los jóvenes de Cuba, pero se llevó a un hijo, amigo, amante y compañero, sencillamente un ser humano.

   Puede ser que su agresor jure una y mil veces que se arrepienta de lo que hizo, poco importa. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otra persona. Según los creyentes esa labor es de los dioses, para los ateos está la justicia.

   Wiliam, fue portador sano del virus del SIDA por más de dos décadas, mereció en vida disímiles elogios por el trabajo que hizo con la agrupación formada en el Sanatorio Los Cocos, en La Habana cuando le diagnosticaron el mal.

  También recibió y seamos justos con él mismo,  muchas críticas, pero estaba entre nosotros, reía, amaba. En fin, vivía.

   Quería su familia, recuerdo en la última edición del Ciudad Metal, a la que asistí para verlos tocar, dedicó el concierto a su madre quien estaba bien cerquita del escenario, ese día como todos los otros hizo saltar corear y disfrutar a gentes de diferentes edades y profesiones como solo lo hacen los grandes.

   Ya las noches de rock en Santa Clara no serán las mismas. Muchos temen que el bandidito asesino no solo terminó una vida si no que acabo con un grupo que marcó un antes y después en el punk rock de la Isla.

    El llanto que muchos han derramado por la desaparición física de Wiliam Fabián debe ser un torrente para cerrar filas contra la violencia, hacer de las calles un escenario para el bien, y de gentes bien. Un no enérgico a la proliferación y existencia de malhechores, cuatreros y delincuentes.

   Nada puede perturbar la paz. El silencio que anoche llevó la música de Eskoria no puede ser de luto perpetúo, es una llamada a jóvenes y viejos para que cada día la sociedad tenga más valores, más respeto y amor, y que no hayan más silencios ni duelos en los corazones de las gentes.