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No Soy Pilonga

Amor despúes de la muerte

Marta y Luis no imaginaron cuando contrajeron nupcias, el 16 de mayo de 1874, que ni la muerte los iba a separar.El amor consumado en secreto, maldecido por parientes y amigos superó la ausencia que la parca quiso imponer.
    Más de 30 años duró el matrimonio que conformaron Doña Marta  Abreu y Luis Estévez a pesar de la oposición de los padres de la muchacha, quienes consideraron que el joven abogado matancero  era un caza fortuna.
   El 31 de diciembre de 1908 Marta presenta una apendicitis y aunque es operada de inmediato muere en Paris, Francia, el dos de enero de 1909.
   Solo quedó Luis con una inmensa nostalgia, para  atenuarla pasaba largas horas junto a la tumba de su amada en el cementerio de Montmartre.
   Los cronistas de la época referían que en las conversaciones con los mas allegados relataba una y otra vez lo felices que habían vivido juntos, y todo lo que hicieron por Santa Clara y Cuba.
    Un mes y dos días fue el mayor tiempo que pudo soportar tanto dolor, el cuatro de febrero de 1909, al regresar del  habitual viaje al campo santo, puso fin a su vida luego de escribir una breve nota en la que le explicaba a su hijo que sin Marta no puede seguir.
     A petición de ambos los restos mortales fueron trasladados hasta Cuba, y depositados en el panteón de la familia Abreu-Arencibia en el cementerio  Colón, de La Habana.
   Sobrados méritos los llevaron a ocupar un digno lugar en la historia de la Isla. Ella, benefactora de la ciudad que le vio nacer y colaboradora de la guerra de independencia. El,  Vicepresidente de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902, primer cubano en ocupar tan alta investidura.
  Pero,por el amor que sintieron, capaz de vencer la separación que la muerte provoca, también merecen un sitio en el recuerdo y admiración de sus coterráneos.

Muchos Marcos pérez hay en Buena Vista

Muchos Marcos pérez hay en Buena Vista


¿Cuántos Marcos Pérez y cuántos poblados en Cuba tienen el nombre de Buena Vista? El decir popular lleva a que todos los residentes en demarcaciones nombradas así consideren que su localidad fue el lugar donde el famoso personaje hizo y deshizo.
De aprobar el criterio público este señor era omnipresente o Cuba estaba plagada de hombres llamados así en un sin número de lugares.
Tomo de referencia criterios y reseñas de nativos de Buena Vista, municipio de Remedios en Villa Clara, considerados dueños absolutos del referido caballero, con pruebas contundentes, proporcionadas por Alberto Pacheco, quien lleva el orgullo de ser hijo de ese diminuto pueblo.
Corrían los años 30 del siglo precedente y según cuentan vivió allí un hombre nombrado Marcos Pérez, muy poco amigo del trabajo a pesar de que ese tiempo era difícil para todos.
Su afán de buena vida y poco sacrificio lo llevó a buscar dinero de la forma más fácil, o sea, se hizo un maestro en el arte de extraerlo de bolsillos ajenos para llevarlo al propio, así también hacía suyo cuantos animalitos de cuatro o dos patas se cruzaban en su camino.
El modo con que" trabajaba" lo hizo popular, sus aventuras, casi siempre nocturnas eran comentario obligado en el pueblo cada amanecer, y como reza el refrán "cría fama y acuéstate a dormir" cada vez que se perdía algo, sin previa investigación policial se reconocía a Marcos Pérez como culpable.
Hasta las huidas de enamorados recaían sobre él. Recoge la historia que un día una buena muchacha se perdió de su casa y los padres indignados le exigieron al jefe de la policía que apresara al supuesto raptor, a las 12 horas la niña regresó a su hogar con su novio, que nada tenía que ver con el señor Pérez.
Muñoz fue nombrado como sargento de la guardia rural que en aquellos tiempos significaba ser prácticamente el dueño del pueblo, el militar se propuso acabar con el bandido y su fama en aras de lograr estabilidad y paz en la zona bajo su égida.
El cambio de mando llamó al orden por varios días a Marcos Pérez y una tranquilidad perceptible inundó la pequeña demarcación. Pero... una tarde, en el famoso bar de Baldomero que también prestaba servicio de piscina y otras cosas, el señor bandido bebía tranquilamente una fría cerveza.
Casi entrada la noche un parroquiano con unos tragos de más chocó con él y sin mediar palabras se liaron a trompadas, el pretexto fue ideal para conducir al elegante ladrón hasta el cuartel del pueblo. Allí durmió toda la noche.
Muñoz reía de felicidad. Por la hora había pocas personas en la calle y excepto dos o tres hombres que tomaban en el bar nadie sabía que el cuatrero estaba en chirona.
Parecía que todo había terminado y el sargento se fue a casa dispuesto a dormir una de sus más plácidas noches.
Al amanecer la gran sorpresa dejó anonadado a todos. Más de 10 lugareños fueron a declarar ante la autoridad que esa noche Marcos Pérez había robado sus animales y cosechas. Marcaje, propietario de una finca a la salida del pueblo daba fe de haber visto al mismísimo bandolero llevarse la mejor de sus vacas.
A este reclamo se sumó el de Toribio que juraba una y mil veces que fue Marcos Pérez quien arrastró desde su vara en tierra y hasta el caballo que montaba tres sacos de carbón.
Mientras tanto Felicia la Larga denunció cómo el malhechor le robó toda su ropa interior que se secaba en la tendedera del patio.
El sargento Muñoz no era hombre de andar con cuentos, ante tanta confusión se levantó del buró, ajustó la pistola a la cintura fue hasta el calabozo y sacó al timador que llevó del brazo hasta el portal del cuartel donde los afectados se aglomeraban para oficializar sus reclamos.
Mostró al reo aún soñoliento y luego de observar a los afectados detenidamente y mirar despacio hacia el caserío, pronunció las palabras que hoy ya son historia " de estos Marcos Pérez hay muchos en Buena Vista".

Muchos nombres, una curva

 Antón Diaz es un pueblecito ubicado en las cercanías de la ciudad de Santa Clara, en la carretera central rumbo al noroeste, allí, casi a la salida existe una curva  que se llama La Curva de los Mil Hombre.

    Los afanes investigativos para conocer el origen del nombre, que identifica además a la bodega y el circulo social del lugar, dan vueltas y vueltas,  diferentes son las anécdotas, hechos y recuerdos que adornan el calificativo.

    Julio Betancourt Ruano, de 62 años nacido y criado en la zona asegura que cuando se construyó la carretera ese arco era muy pronunciado, tenía una rampa de adoquines por la cual los carreteros cruzaban en diagonal la calzada sin dañar el asfalto.

   Muchos chóferes que desconocían el detalle se desviaban por el camino alternativo y chocaban contra un gran álamo que existía, por eso se le llamó la curva de los mil muertos, luego con el curso del tiempo el habla popular varío el nombre por el que conocemos, asevera.

    Carlos Casanova de 92 años de vida en ese sitio, asevera que entre los años 1957 y 58 se le conoció tanto por la de los mil  muertos como por la de los mil hombres, debido a que a la salida de Antón Díaz existía un centro llamado Rancho Grande, que tenía juegos, bebidas y mujeres, hasta allí iban muchos hombres en busca de diversión.

   El testimonio del lugareño añade que la parábola original no existe porque en 1959 la readaptaron a los patrones técnicos de vialidad y en el lugar donde estaba la parte más cerrada se edificaron viviendas.

    Por su parte Ruben Torres, nacido y criado en las tierras donde construyeron la vía inicialmente, relata lo que escuchó decir a sus abuelos, que cuando hicieron la carretera central había un obrero que trabajaba mucho, por lo que mereció el monte de Mil Hombres.

    Al terminar los trabajos se asentó en el lugar, a la entrada de la curva, a partir de ese momento fue punto referativo, para identificar el sitio.

    Todo parece indicar que cada una de estos hechos conformaron la denominación, hoy con una mayor urbanización, sin el Rancho Grande ni la rampa para carreteros, se conoce oficialmente por eso nombre aunque muy pocos sepan que lo originó.

Dónde chifló el primer mono

Dónde chifló el primer mono

   Cuentan los residentes en Macagua, municipio de Santo Domingo, actual provincia de Villa Clara, que allí se archivó el termino que se emplea en toda Cuba para significar que el frío es tremendo.

   Durante las primeras décadas del siglo XX, la familia Betharte, propietaria del central Macagua,  hoy  Empresa Agropecuaria Braulio Coroneaux, tenía un bello jardín japonés y en medio una jaula con forma de pagoda donde vivía una pareja de monos Gibones,  Simón y Simona.

   Carmen  Bacallao, administradora del cine de esa localidad, cuenta que los dueños del ingenio eran de origen francés y muy amigos de Rosalía Abreu Arencibia, hermana de Marta la benefactora de la ciudad de Santa Clara, fue Rosalía quien regaló la pareja de simios a los potentados para alegraran sus  tardes.

   Según relata el periodista Evelio Cruz Domínguez, corresponsal de la CMHW en ese municipio que investigó al respecto, en una  madrugada de  invierno fuerte se escucharon chillidos fuertes provenientes del lugar donde vivían los monos.

   Al día siguiente los vecinos del batey aseguraban que el frío había sido tanto que hasta los monos de Macagua chiflaron.

    Es cierto que los primates no chiflan, pero en caso de amenazas o cuando están expuestos a situaciones inusuales chillan para llamar la atención, reunir la familia y recordar los límites de su territorio.

    En muchas especies de gibón los machos emiten sonidos cortos a intervalos regulares, que gradualmente se van volviendo más complejos, a los que se suman las hembras con otros de más duración, añade la especialista.

    Al parecer estos aullidos escuchados por los residentes del batey,  en el silencio de la noche campestre, en medio de las bajas temperaturas que suelen reportarse en la llanura Habana-Matanzas, donde está enclavado el lugar, fueran confundidos con chiflidos.

   A la muerte de Simón, Simona y su único hijo le sucedieron otros simios de diferentes especies, los que forman parte de la tradición y belleza del entorno, además, perpetúan la leyenda de que allí, en Macagua fue donde chifló el primer mono de Cuba.

Hombres de altura y sin miedo

Hombres de altura y sin miedo

 Raro resulta. Pero aún existen en los campos de Cuba hombres que pasan sus días en las alturas, estos son los desmochadores de palmas. El atrevido oficio tiene el encanto de casi tocar las nubes, escuchar el canto de las pencas y el placer de tumbar los frutos.

   Ligaduras, sogas, mucha habilidad y coraje son las herramientas vitales. El ascenso se efectúa lentamente, a medida que suben  las lazadas cruzadas alrededor del tronco, asciende el cortador.

    Una vez cerca del follaje el hombre machete en mano comienza a derribar el palmiche, considerado el alimento por excelencia para el ganado porcino debido a la cantidad de grasas y calorías que contiene.

   El  aire balancea una y otra vez el árbol,  mientras el derribador hábilmente aprovecha las idas y venidas del viento para rodear el penacho y con mucho cuidado cercenar los mazos de frutos que poco a poco caen en el suelo.

   Aunque un refrán muy criollo dice: “para abajo todos los santos ayudan”,  en este menester el descenso debe ser lento, pues resulta muy peligroso- cuenta Giraldo Medina, desmochador de Villa Clara, quien ha dedicado años al oficio-las plantas pueden alcanzar hasta ocho metros de alto, un resbalón es fatal.

   Este oficio está prácticamente desaparecido, es una de las tradiciones perdidas en los campos, debido a que la Palma Real está protegida legalmente y se prohíbe su destrucción.

 

La noche que Seido olvidó llorar

La noche que Seido olvidó llorar

Las lágrimas de Seido Rojas se las llevó el mar. Desde el nueve de noviembre de 1932 cuando llora lo hace muy dentro. Allí, en un lugarcito donde solo él registra, están acomodados sus recuerdos y sollozos envueltos en las olas del ciclón que destruyó Santa Cruz del Sur.
Huérfano y sin familia creció junto a un tio y primos paternos. En su nueva casa estudió y se hizo un hombre de bien. 
Con 22 años vivía y trabajaba en Santa Clara donde  conformó su familia compuesta por cinco hijos, 11 nietos y 12 bisnietos. 
Sin embargo, cada año en la época de ciclones Seido se impacienta. La desesperación de algunas personas ante la amenaza de los huracanes lo alteran mucho, revive lo que le pasó, siente el crujir de las maderas y recuerda el fuerte olor del salitre.
“Aquel día habían anunciado ciclón, estábamos acostumbrados a ver subir las aguas y aprovechábamos el momento  para navegar por el pueblo en chalupas. Era casi una fiesta,rememora el anciano de 86 años, sobreviviente de la mayor catástrofe natural de Cuba.
Seido tenía 10 años y vivía frente al mar con sus padres y dos hermanos, uno tres años mayor y la hembra de solo cinco. Esa noche fue con su papá a casa de un vecino para escuchar por la radio las últimas noticias. No hay por qué preocuparse, aseguró el padre en el camino de regreso.
En su remembranza menciona que a medida que pasaban las horas aumentaba el sonido del aire batiendo las uvas caletas que tenían en el patio, y aún le parece escuchar el crujir de las maderas.
“No dormí bien, a cada rato me despertaba por el ruido. Recuerdo el sonido del mar, era diferente, molestaba. El agua ya llegaba a los cuartos y tenía una altura que preocupó a mis papas, por eso nos levantaron y vistieron”, relata.
La memoria le alcanza para reconstruir con los más ínfimos detalles la batalla contra la corriente para poner a los hijos a buen recaudo, fuera de la vivienda, porque ya amenazaban con caer parte del techo y algunas paredes.
Los restos de una casa atraparon a los padres y cuando intentó ayudarlos lo empujó el oleaje. Ilustra en su narración como daba ánimo a su hermano, muy temeroso del mar, y no olvida la atención y cuidado a la pequeña.
   La corriente volcó el frágil soporte en el que se sostenían y se perdieron en el amasijo de lodo, maderos y objetos flotantes. Pensó que se iba a ahogar, al fin con un gran esfuerzo salió a la superficie pero no encontró a nadie.
   No sabe cuantas horas fueron, ni las veces que creyó morir. Al fin pudo poner los pies sobre la tierra, estaba en un lugar desconocido. Le reconfortó escuchar voces, y andando llegó hasta una vaquería donde se apilaban otros vecinos.
  Allí, con la inocencia propia de la edad, preguntó si habían visto a sus familiares. El candor de la niñez le permitió dormir con la esperanza de reencontrarse con los suyos al amanecer cuando regresara al pueblo.
   “Ya de día miré para Santa Cruz con la ilusión de ver mi casa, no había nada, solo horcones, el llanto me ahogó, me sentí muy solo, y lloré en silencio hasta quedarme sin lágrimas”, concluye con voz entrecortada y un temblor en las manos. Siente la misma opresión en el corazón.
    Luego de más de 70 años Seido llora, sus ojos ancianos se nublan con el pesar y el recuerdo. Hoy un ciclón con nombre de ave reedita el momento de su vida que quedó solo, el día en que con las lágrimas se fue la frescura de su niñez.

Fortalece la agricultura orgánica la sociedad rural, trasciende en Villa Clara

Fortalece la agricultura orgánica la sociedad rural, trasciende en Villa Clara

La transición de las familias campesinas de Cuba a la agricultura orgánica es una fortaleza de la sociedad rural, aseguró Peter Rosset, de la Organización internacional "La Vía Campesina".

 

El experto explicó que estas prácticas en Cuba cuentan con el apoyo del Estado, lo que garantiza su estabilización y avance con los recursos propios de cada lugar.

En el II evento internacional de agroecología De Campesino a Campesino, Villa Clara recibe esta semana a delegados de 17 países, quienes conocerán y evaluarán este quehacer en el territorio, iniciador del movimiento en el país.

Gladys López, iniciadora del programa en la provincia, relató a la AIN que al comienzo fue dificil convencer a los productores de las ventajas que tienen las técnicas naturales, pero la constancia y los resultados han demostrado que es acertado, ahora el interés es general.

La provincia cuenta con más de 15 mil campesinos que ejecutan al menos una acción orgánica, lo que permite entre otros aspectos, el rescate de los macronutrientes del suelo en más de un 35 por ciento.

En la zona de montaña todavía persisten dificultades en el fomento de cafetales con más de una variedad, lo que evita que en caso de plagas y enfermedades se arruine todo el plantío, comenta Manuel González, labrador naturalista.

Los talleres y clases prácticas que realizamos mensualmente son determinantes para el cambio de opinión de los agricultores, los campesinos creemos en lo que vemos y allí se exhiben los logros alcanzados en cada lugar, así aumenta la membresía del movimiento, concluye.